05 abril 2024

Antonio Megido, el pequeño Topuria asturiano

Que si Messi, que si Cristiano, que si Sporting, que si Oviedo. El fútbol, como es norma, monopoliza las conversaciones en el patio del colegio de Antonio Megido (Aller, 12 años). Pero a él no le interesa nada de eso. En sus sueños no figuran chilenas en el Bernabéu ni goles en la final del Mundial. Desde que tiene uso de razón, Antonio quiere ser un gran campeón de lucha libre, como Ilia Topuria, como Connor McGregor, su gran ídolo.

Antonio Megido

"Desde que era pequeño, nunca me gustó lo que al resto de chicos. Yo veía vídeos de boxeo y de lucha libre", relata. Sus padres advirtieron la querencia de su hijo por los deportes de contacto y, siendo un renacuajo de apenas tres años, lo llevaron al Fight Club Tilacinos de Ujo (Mieres) para que se fuese adentrando, poco a poco, en el kick boxing.

"Al principio iba, sobre todo, a jugar. Ya con cinco años empecé a entrenar más en serio, hasta que a los siete tuve mi primera competición. Siempre se me dio muy bien", reconoce el pequeño luchador. Está en lo cierto: ya ha sido tres veces subcampeón de España. "Pego fuerte", presume.

Además de kick boxing, Antonio practica disciplinas de suelo como jiu-jitsu –artes marciales brasileñas– y grappling en el centro deportivo Tíbet, de Gijón. Su récord en suelo es inmaculado: ha ganado los 56 combates en los que ha participado. "Entrena con gente mayor de hasta 20 y 30 años y los finaliza en el suelo", apostilla su madre, Lydia García, a la que no le asusta ver pelear a su hijo: "Nos encanta. Nos aficionó él a este mundo, y es maravilloso. Le enseñan técnica y compañerismo. Luchas y te haces amigo del contrincante, no tiene nada que ver con el fútbol".

Antonio suele coincidir entrenando con el luchador profesional gijonés de la UFC Joel Álvarez. "Siempre se acerca a corregirme –tercia Antonio–. Es muy humilde y muy constante, aprendo mucho de él. También me habla de cómo controlar los nervios. Me dice que hay que calentar bien y concentrarse mucho antes de pelear". Dicho y hecho. Antonio prepara los combates con mimo. El mes y medio previo a la pelea entrena dos horas y diarias y sale a correr cada mañana; y en la víspera, dice, se pone los cascos, se encierra en su mundo, visualiza lo que va a pasar. "Y casi siempre se cumple", confiesa.

"Lo que hace especial a Antonio es la constancia, la dedicación y la ilusión que pone en las cosas", explica su entrenador de lucha libre en el Tilacino, Julio Martínez, convencido de las posibilidades de su pupilo. "Tiene técnica, cualidades e inteligencia. Puede llegar donde él quiera, eso está en la mente de cada uno. Te puedes marcar las metas que quieras, pero tienes que lucharlo con trabajo: es una cuestión de voluntad". Antonio no parece estar por la labor de ponerse límites: "Me veo dentro de unos años donde está Topuria, ganando el cinturón de campeón del mundo de la UFC".

Javier Sámano Lucas / LNE

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